La lucha entre Clarín y el gobierno ha puesto al oficio del periodismo en una posición muy delicada. Dejando de lado las malas coberturas, los textos mal escritos y las publicaciones de noticias intrascendentes, esta constante puja ha conllevado a que la información sea manipulada por los intereses de las diferentes partes.
Basta solo con ver 6,7,8 o la tapa de Clarín para ver la batalla que se desarrolla día tras día. Los periodistas de estos medios, seguramente presionados por jefes que también estan bajo la lupa de alguien, deben pagar los platos rotos de un conflicto ajenos a ellos. Su rol, el de informar, se ve condicionado claramente, Clarín no puede hablar bien del gobierno y por parte del Gobierno no se ven señales de querer revertir la situación.
En esta batalla existe un dilema: ¿Quién tiene la culpa?. La respuesta no es sencilla, hay una lucha de poder que es la que no se ve. La Ley de Medios Audiovisuales fue el detonante de esta guerra que no tiene fin. Clarín, el medio que monopoliza el negocio de informar, se sintió amenazado por esta ley que amenaza con destruir su poderío. El gobierno con la excusa de: “buscamos el defrecho a la información”, inició la confrontación.
El tema es cuestión es la manera de atacar al monopolio. Es perfecta la idea de dividir el poder de un grande como Clarín, pero si en tu medio 6,7,8 se manipula la información al igual que en el diario, no existe solución posible. Detrás de todo esto estan los periodistas, quienes se ven envueltos en una batalla que no les concierne.
Otra tapa de Clarín en contra del gobierno
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